-. ULTRAMAN .-

11 julio, 2006

El ironman según Jose Alberto Martinez

Hace un año que Jose Alberto tiene como nick en su messenger "no se como ni cuadno pero seré finisher". Arrastrando una lesión toda la temporada, algo siempre ha tenido en mente, la ilusión de ser Finisher. Dicha ilusión lo llevó a Zurich el pasado 2 de julio. Allí me lo encontré antes de la salida y durante la carrera. Estas son sus impresiones de aquel momento, FELICIDADES FINISHER!!!

Ironman Switzerland 2006

Km 10. Llevo algo más de ocho horas y media desgastándome, estoy acabando la primera vuelta del circuito de la maratón y me acaba de pasar en contrameta el que va a ser el cuarto de la general. La gente grita y anima de tal forma que se me ponen los pelos de punta pensando en como debió ser el bullicio al entrar el primero. Este loco que os habla, un insensato más de los 1700 que esta mañana se zambulleron en el Zürichsee, señala la meta haciéndole la promesa de terminar hoy sea como sea. De momento, todo va viento en popa y me encuentro mejor que nunca.

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Nervio, puro nervio, al borde del ataque de ansiedad. Decisiones importantes, entrevistas de trabajo, cientos de exámenes y otros mil momentos tensos, de los que dependía incluso toda mi vida, y nunca me había sentido tan histérico contando los segundos que quedan hasta comenzar. Un poquito de turismo y distracciones varias los días previos, pero nada me puede quitar de la cabeza lo que se avecina.

Cada minuto, cada momento, todo esta planeado para el domingo desde hace meses. La botella de agua para hidratarme; cremita solar para no quemarme hoy y no sufrir aun más con el sol en carrera; hasta el cuerpo es el que me pide un atracón de arroz tres delicias antes de dar un paseíto en barco en un día espectacular disfrutando de un paisaje brutal. Sólo con esto el viaje ya merece la pena. Pero hemos venido por algo más. Algunos ironadictos crónicos vienen porque ya han probado el sabor de la moqueta bajo el crono y ya no pueden vivir sin él. Otros venimos buscando el reto personal y aún pensamos que seguro que no se sufre tanto para conseguir ese momentito de gloria en el que todos gritarán tu nombre.

Se va acercando la tarde y tras un bañito con efecto tranquilizador en el lago llega el momento de empezar a poner orden. Nos vamos al albergue para llevar la bici a boxes y tras recoger a las niñas del lago cenamos y nos vamos a la habitación. Mentalmente repaso la check list. Check in de bici y casco: hecho. Mochila con todo preparado: hecho. Comida para la carrera: lista. Despertador en hora: hecho. Nervios: a tope. Dormir: … dormir:… DORMIR: … no puedo!!!

Me falta algo en la mochila, seguro. Me quiero levantar muy pronto para que nada pueda salir mal. Miquel (4 veces Ironman) y Carmen casi me echan de la habitación del albergue por amenazar con despertarlos a las 4:00 am para estar en boxes 2 horas antes de la salida y asegurarme de que no haya imprevistos. Estoy histérico, paranoico incluso. Casi prefiero volver a estar lesionado como hace 2 semanas con la certeza de retirarme en cuanto apareciese el dolor. Pero la casualidad hizo que descubriera la raíz de todos mis males sólo 2 semanas antes del día D y mañana el “único” problema es mi escaso estado de forma.

Empiezo a contar ovejas y al fin el madrugón intencionado del día antes surte efecto y consigo caer rendido.

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Km 12. No me lo puedo creer, ¡estoy trotando a un ritmo razonable! Voy camino de recoger la segunda pulserita, la roja, y me cruzo en uno de los giros con Josef. No lleva buena cara y va caminando. Tío, te tenía idealizado. Un hombre con la Maratón de Sables, la Maratón de la gran Muralla China y la Titan Desert a las espaldas este año y con resultados increíbles, y…¿ te voy a pasar corriendo?. Vale que llevo una vuelta menos que tú, y me has metido la minutada en la bici después de salir juntos del agua, pero tú no te puedes parar a caminar. ¡¡¡Pues no va y me hace caso!!! Es un crack. Y un tío genial. Seguimos juntos compartiendo algunas palabras y los ánimos ya que el ritmo no nos lleva ahogados y así, poco a poco, vamos haciendo.

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No se para que coño puse el despertador a las 5:00. A las 4:00 am, desvelado, y, cualquiera despierta a los compis de habitación. Una hora dándole vueltas a todo da para mucho pensar. Repaso mental de todos los entrenos desde noviembre, de las lesiones, de los problemas, de las noches de poco dormir por quedarme entrenando hasta las 12:15 de la noche en el gimnasio y al fin suena el despertador. Ale, ahora a darse prisa que no llegamos. O me tomo una tila o me voy a desmayar. Salimos los últimos para la ironcity.

Llegamos y la bici está en perfectas condiciones; uff, peso ya 2 kilos menos. Empiezo a preparar las cosas… pero, ¿no lo había comentado? Es, a parte de mi primer Ironman, mi primer triatlón. ¡Ahí!, ¡con un par! Cada vez que lo comento veo las mismas caras de sorpresa en los ironexpertos, jur jur jur, ¡¡¡qué huevos tienes!!! Coñe, dejad de acojonarme que soy muy aprensivo. Pues nada, no se donde poner las cosas en boxes. Pero claro, tengo 1699 ejemplos que seguir; allá donde fueres, haz lo que vieres.

Giñado; literal: ale, a los baños a descargar antes de empezar. 6:45 y todos para la salida. Oigo en mi cabeza la banda sonora del video de Lanzarote 2004 que disfruté este año cada vez que me fallaba la motivación. Esos segundos cuando todos van con los pies desnudos y el neopreno enfundado hacia el momento del pistoletazo. Me calzo las gafas y se me pringan de vaselina. No, NO PUEDE SER. ¡La goma de las gafas se escurre en el cierre y se abren! Joder con Murphy. Ni hoy me va a dejar tranquilo. Falsa alarma, las limpio como puedo y me tranquilizo un poco. Llevo 5 kilos menos entre el alivio de ver la bici bien, la descarga en el baño y este último momento de tensión. Estoy que floto.

Foto de rigor y al agua a dar dos brazadas para calentar. Me coloco a la izquierda lejos de los pirados que quieren ir a saco y hacer los metros justos rodeando las boyas. Yo, si tengo que hacer 4 km para ir más tranquilo, pues los hago. Ya empieza el ruido de carracas. Yo no oigo nada pero todo el mundo sale. Subidón de adrenalina y esto comienza.

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Km 14…no se sufre tanto… ¡¡¡iluso!!! ¡¡¡Cómo me he dejado engañar!!! Bye, bye, Josef. El que ahora ya no puede correr soy yo. Era demasiado bonito. Mis cuadriceps me queman, mil agujas me pinchan. Han aguantado el entreno más largo de carrera que he hecho en todo el año: 12 km. ¿Y ahora qué? Toca andar y aún quedan 28 km. Calma, sosiego. Todavía estas vivo. Los pulmones y el corazón aún van ¿Cómo fue aquello que dijo Víctor (finisher en Hawaii y presi del club)? ¡Ahhh! sí, si la musculatura no va, anda rápido; no llegará la fatiga, no perderás mucho tiempo y podrás volver a correr. Probemos pues. De momento, marchando, voy pasando a los que empiezan a reventar por abusar de desarrollo en la bici y de los que se olvidaron de que esto tenía 4 vueltas.

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Esto de nadar pensé que iba a ser más duro. Alguno se me ha cruzado y yo he tocado a algún otro pero llevo 100m y hay sitio para todos… Ja…, ja…, ja… y… ¡JA! Los de delante, de pronto, van más despacio, los de atrás, quieren ir demasiado deprisa, y yo, en medio. Me están dando por todos lados. Pum, manotazo en la cabeza. Pum, y van dos seguidos. Pum, será burro el cabeza cuadrada este. Pum, pero tío… pum, glu, glu, glu. Hidratación forzosa y me aparto del insensible como puedo. No quiero saber nada de las boyas. Me voy apartando del mogollón y empiezo a hacer eses nadando más metros que los boxeadores. Por el camino le doy yo a una fémina sin querer y, tras susurrar mientras respiro “Sorry”, ella acierta a escupir un ¡Ostras! Encima voy y le endiño a una española…

Durante el resto de la natación voy visualizando la transición y el recorrido en bici, que testeamos el viernes. Última boya y esto se acaba. Salgo del agua. Predicción clavada. 2 minutos los 100m para hacer 1 hora 15 minutos. Pero las sensaciones son mucho mejores de lo que me esperaba. Estoy como si no hubiese hecho nada. ¡Anda mira!, nuestras animadoras y la novia sorprendidas por mi “pronta” aparición. Un besito en los morros por guapa.

Aún quedan bastantes bicis. ¡Es verdad que los hay que nadan peor que yo! El que no se consuela es porque no quiere. ¡Coño, mira quién está aquí! Josef quejándose de los golpes recibidos. Eduard a la par conmigo. Y luego me enteré de que también estaba por allí Fernando, uno de mis compañeros de fatigas en las salidas de más de 160km con el plástico, como llama él a la bici de carbono. Éramos 16 de la expedición C.N. Prat-Triatló y ya hemos salido del agua todos. Empieza la parte que más me gusta, pero esta vez, la más tensa porque es dónde puede aparecer el fantasma de la lesión. Piano, piano. José Alberto, no te emociones en el llano que lo puedes pagar caro.

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Km 17. Intento trotar de nuevo en los tramos de bajada pero las piernas no van. Andar sigue funcionando. Paso a María que lleva una vuelta de menos y un globo de más. Acabaría por abandonar con mareos y el cuerpo hecho polvo. Cuidado tío que también te puede pasar a ti. Sigue comiendo fruta y bebiendo en cada avituallamiento. Hasta ahora ha ido bien, no cambiemos nada.

Voy chocando las manos con los compañeros del club al cruzarnos, pero ya no me dicen ¡qué bien vas!. No sé si es por que ya no pueden hablar o porque me ven la cara aunque la oculte detrás de la visera y las gafas. Algunos van finos los cabrones como Jordi, Jesús, Xavi, Miguel, Ricardo y Luís. Otros sufren lo suyo, como Oriol, que ya ni me veía pero seguía pegándole. De mayor quiero ser como tú. Nunca nadie te podrá decir que no lo diste todo. Salva, Iván y Alberto, con su calvario particular, irían combinando carrera y marcha. A Fernando no le vi en toda la prueba. Le llevaba 5 minutos por delante en la bici y en la maratón nunca nos cruzamos en los tramos de doble sentido. Pasó lo suyo con los dolores. Edu ya me comentaba el día de antes que le faltaba mucho entreno, y se tomó la bici aún más tranquila que yo. Y eso que anda muy mucho llaneando. Pero, ¿dónde está Miquel? Da tiempo a pensar en muchas cosas cuando vas andando a 8 minutos el km durante un par de horas.

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“No te preocupes que con lo que ruedas tú en el llano pasarás a mucha gente”. Cierto. Tenían razón, mucho nadador que no sabe pedalear. Lo que no me dijeron es que me iban a pasar tantos caballos acoplados y que las abuelas mueven el plato que da gustito. Yo, paso de picarme hoy. Mi pulsómetro y yo somos uno. Él me marca, y yo le sigo sólo a él. Empieza el “puertecito” y coronando paro a desaguar. Estamos haciendo bien los deberes. Hidratado estoy. Y empieza la bajada a saco. 82km/h y sin dar pedales. Ojo, hoy no hemos venido a morir así. Se me hace un hueco en la entrepierna del mono y se me hincha en el cuello. Se me han puesto de corbata y toco un poco el freno. Aún así, me he cepillado a 4 bajando. Se acaba el descenso de golpe, y de nuevo falso llano con ligera brisa de cara… ¿¿¿pero aquí dónde se descansa??? No te puedes relajar. Descansar es de mariquitas. Pero, ¿y los metrosexuales qué hacemos?. Cuesta respirar comiendo y dando vida al cuentakilómetros.

Pasando por boxes, camino ya de las rampas duras, oigo los gritos de ánimo de los padres de Miquel y de Carmen. Eso sí que es apoyo. Pero, nada comparado con lo que se siente un poco mas allá, en Heartbreak Hill. Cientos de personas. Cientos de carracas. Ruido ensordecedor. Los tuyos animando. La novia corriendo a tu lado gritándote. La carretera pintada y un pasillo justo para una bici. ¡Voy en un ciclomotor! A esto le han puesto gasolina porque sube muy rápido. Si todo el recorrido fuese así me hago 50km/h de media. Por más que lo intente, es indescriptible.

Luego llegas arriba, desaparece la gente al bajar y el pulsómetro te dice lo que ha pasado. A 170 pulsaciones y bajonazo repentino. Demasiada adrenalina. Menos mal que ahora no hay que dar pedales. Otra vez llano de golpe y vuelta a empezar. 2 vueltas más y esto se acaba.

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Km 31,5. Tercer paso por contrameta y me empieza a doler todo. Miquel se había retirado tras encontrarse muy mal en la bici y se había pasado al grupo de animadores. Te merecías algo mejor. El año que viene cuídate esa espalda para poder entrenar a saco. Estoy seguro que harás tu marca y te sacarás esta espinita.

Sólo me queda una maldita e infinita vuelta de 10.5 km.

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La segunda pasada en bici transcurre con la misma tónica que la primera. Me pasan y paso. Pero empiezan a doler las lumbares y los pies por la falta de entreno del último mes por la lesión. Voy con cuidado y el cuerpo responde. El mismo subidón en Heartbreak Hill por la multitud y el tiempo parece pasar más deprisa. Sin embargo, he ido un poco más lento al no poder acoplarme por el dolor, pero no me puedo quejar. Sigo ganando alguna posición en la general, jejeje.

Empieza la tercera vuelta y, aquí, sí que se van a notar los entrenamientos largos de los sábados. Gracias Jesús, Miguel y Fernando por compartir tantas horas en la bici. Ahora sí que estoy pasando gente. Hasta en el puerto me siento un escalador. Aquí me encontré con Miquel que subía con todo metido y con no muy buena cara. Bajadita, llanote regreso a Zürich y esto se acabó. Ya sólo queda la rampita dura a lo Tour de Francia y esa se sube sola con el griterío. Llego allí y, ¡ohh, sorpresa, sorpresa! ¿Dónde se ha metido todo el mundo? ¿Dónde están cuando se les necesita? Todos se han ido ya para ver la transición. Subo con más pena que gloria el último repechón con cuatro suizos animando, que intentan montar el mismo escándalo que en las vueltas precedentes. Pero así no es lo mismo. Moraleja, la próxima vez hay que pasar por aquí antes, jejeje. Encaro desfondado la bajada a la transición. La lesión me ha respetado. 6:05, casi 30 km/h de media. Todas las predicciones se están cumpliendo. Aún no me puedo creer que tenga posibilidades de terminar. ¡Esto esta chupado! le digo a las animadoras al llegar al km 180.

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Km 36. Ya le veo. Miro para otro lado a ver si él no me ve. Pero el cabrón me coge. Así cualquiera. No puedo correr y el tío del mazo me empieza a dar por todos lados. Yo creía que marchando a 120 pulsaciones por minuto todo debía ir bien hasta terminar. No puedo ni pensar. Virginia, la novia de Jordi, sale de la nada en el km 37 y me pone las cosas claras. Tío sólo te quedan 5 km. ¿Eso qué es después de todo lo que has pasado? Nada. No es nada. Ponte a trotar. Muchas gracias Virginia.

Pues va a ser que no. Pero cuando me queden 2 km voy a reventar las marcas de Fermín Cacho. El speaker del km 8 ve mi dorsal y anima a todo volumen en un perfecto castellano a José Alberto Martínez de Barcelona. Se lo agradezco con la mano porque ya no me queda ni voz, y eso que voy andando.

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He intentado correr hasta los boxes desde la línea de entrada a la 2ª transición. 50 metros y me duelen mucho las plantas de los pies. 6 minutos de transición parando a estirar. A ver si soltando la musculatura se pasa.

Empieza la maratón. La verdadera prueba de resistencia. El glúteo va bien, pero estos pies… Imposible. No puedo ni trotar. Me duele la planta izquierda muchísimo y estoy viendo a uno andando que va más rápido que yo. Probemos a andar. Ahora ya entiendo eso que contaban de andar como un pato después de la bici. Pero los patos van más deprisa. Con este dolor: 42.195 metros. Esto va a ser muy duro.

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Km 40. Los kilómetros han ido pasando y he dedicado cada zancada a aquel traumatólogo que dijo que nunca podría correr, al podólogo que me dijo que me planteara dejar el triatlón, a todos los que dijeron que no podría terminar y se reían de mi y mi hermoso y pesado culo. Al infierno todos, y a la mierda los dolores. No siento las piernas pero me quedan 2,5km y ya me da todo igual. Acabo de visualizar mentalmente la meta y las lágrimas en los ojos me impiden ver con claridad. Los pulmones no recogen aire. Pero, sin entender cómo, estoy corriendo como nunca. Estoy pasando gente deprisa… la primera vez en toda la maratón.

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Voy por el kilómetro 2 y el dolor del pie ha desaparecido. Voy a probar a trotar en cuanto pase este avituallamiento.

Cada kilómetro que pasa voy mejor. Lo estás haciendo de P.M., José Alberto. Estás que te sales, me animo yo sólo. ¿Aguantaré así toda la maratón? No lo creo, pero mientras dure, bienvenido sea.

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Km 42. Voy buscando las caras conocidas. ¿Donde están? No los encuentro. Oigo gritos de lejos en castellano. Ya los veo. ¡Están todos en pie en las gradas! Ahora sí. Esta vez soy yo el que lleva las cuatro pulseritas y el voluntario me sonríe y me da paso a la recta del arco de triunfo.

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Voy “corriendo” cómodo y a punto de llegar a contrameta en mi primera vuelta. Aquí me esperan los míos en el kilómetro 10 con carracas y cámara en mano ¡Diooooos, cómo animan! Que haría yo sin ellos. Gracias a todos por estar ahí. Gracias Lourdes por estar siempre ahí. Voy en una nube. Menuda pasada me acaba de dar un tío. Casi me levanta la gorra. ¡Que cabrón!, tiene todas las pulseras. Creo que es el cuarto de la general. Pues yo hoy no voy a ser menos. Estoy seguro. La gente grita y anima de tal forma que se me ponen los pelos de punta pensando en como debió ser el bullicio al entrar el primero. Este loco que os habla, un insensato más de los 1700 que esta mañana se zambulleron en el Zürichsee, señala la meta haciéndole la promesa de terminar hoy sea como sea. De momento, todo va viento en popa y me encuentro mejor que nunca, pero esto creo que ya os lo he contado.

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Lo estoy haciendo. Estoy terminando. No puedo respirar. No controlo mis movimientos. Alguien está empujándome. Debe ser el santo patrón de los triatletas que hoy ha ganado la batalla contra los ejércitos de Murphy, la legión de las lesiones y el tío del mazo. Sea quien sea, gracias por ayudar. Estoy sufriendo. Esta recta es inacabable. Pero, y quien quiere que se acabe. Mi apellido en la llegada. Mi gente en pie y las gradas gritan como si yo fuera el primero. Ahora tengo mis 10 segundos de gloria que quiero duren para siempre. El crono marca 12:43:30 y paso por meta con una explosión de energía fruto de tanta rabia contenida. Soy el finisher número 1000. Ni a propósito me sale.

Sólo he podido dar 2 pasos más, y al suelo. No me tengo en pie. Lourdes me espera desde la zona de prensa grabándome en video para darme el abrazo que me he ganado. He cumplido la promesa. Adivinad cuales fueron mis primeras palabras: “¿dónde vamos el año que viene?” Tiembla Frankfurt. ¿Y mi segunda frase? “¿Dónde me dan mi camiseta de finisher?”

Demostrado: terminar un ironman es sangre fría, una cabeza bien amueblada por los consejos de los ironsabios y sólo un poquito de esfuerzo; pero sobre todo, ganas de ser de hierro.

Si yo puedo, tu puedes.
José Alberto Martínez, finisher @ Ironman Switzerland 2006

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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