-. ULTRAMAN .-

18 abril, 2006

Opiniones de participantes de la MDS 2006

Enrique Sendagorta- "Bueno, pues desde mi humilde punto de vista, para mi ha sido una experienciainolvidable. Dura, o mejor dicho muy dura, pero inolvidable experiencia que noquería dejar de agradecer a todos los españoles los buenos y duros momentos queme habéis hecho pasar en está 21 edición de la MDS. Así que lo dicho, gracias y enhorabuena a todos. Un abrazo"

Sergi Bonhome- "Hola a tod@s!!!!!!!!!Primero de todo enhorabuena a todos...los finishers i a los que se quedaron por el camino...estoy seguro de que todos hemos luchado i dado el máximo de nosotros mismos para intentar superar este alucinante reto... Ha sido una auténtica i fascinante experiencia... "carrera" al límite físico i mental...i poderla compartir i vivir con todos vosotros un auténtico placer...lo digo de corazón...de "corazón partio"... Ahora mismo me enrollaría con historias i anécdotas que tengo bien frescas todavía...pero tampoco es quistión de dar la brasa ahora que todos supongo estáis disfrutando de las propias...(quizás mas adelante)... Lo que si os confieso es que me apunte a esta historia porque quería hacerla antes de cumplir los 40 takos...(misión cumplida)...pero por otra parte era una buena manera de hacerle un "reset" a mi puta cabeza...ultimamente los problemas personales me absorben i necesitaba desconectar...no pensar...limitarme a correr tanto como pudiera i dejar que el riego sanguíneo fluiera al máximo por mis piernas i el mínimo por mi cabeza...grabe error!!...(primero es la cabeza i luego las piernas en la mds)...aún así he conseguido finalizar...i afortunadamente visto el patio en muí buenas condiciones...lo que no he conseguido es solucionar ninguno de mis problemas...es mas!...marche con muchos i regreso con mas..soy un gilipollas integral sin solución!!!... Coño!!!!!!!!!!!!!!!!!!...no hay ninguna otra mds la semana que viene!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!...atraco cuatro supermercados i me voy a correrla aunque sea gateando!!!!!!!...que mierda!!!!!!!!La confusión de la cual habla Carlos la entiendo perfectamente...es mas la comparto totalmente... Hecho de menos todo!!...el año que viene sin duda repito!!!!!!!!!!Un abrazo muí grande a tod@s...p.d.: "pocason" quiere decir "poco sueño" en idioma tronco..."

Ismael- "Buenos dias a todos!!!!!!!!!!Aún no me creo que he logrado acabar la MDS2006.La medalla, por supuesto, para mí será un recordatorio de un logro muyimportante a nivel deportivo.Pero lo que más valoro ya que realmente es loque iba a buscar es el compartir con un grupo depersonas(catalanes,gallegos,andaluces,madrileños....)una experiencia únicade convivencia y compañerismo irrepetible.Por eso FELICIDADES A TODOS!!A losque consiguieron acabar y a los que se quedaron en el camino.Ya que lo quesí puedo asegurar es que cada uno de nosotros hemos puesto nuestro granitode arena para que todos nos hayamos sentido,al menos durante unos dias,laspersonas más felices de la Tierra.Hemos sufrido(ymucho),reido,llorado,compartido,apoyado....Pero sobre todo hemos sidopersonas,sin prejuicios...Ahansal ha ganado el trofeo.Yo la amistad de unaspersonas excepcionales como todos vosotros.Y vosotros un amigo para toda lavida.Un abrazo enorme a todos."

Josef- Pese y haber escrito la crónica, me gustaría destacar en este apartado los agradecimiento
1- En primer lugar a Ana, mi mujer. Por su paciencia en aguantar interminables horas de entreno, en gratitud por sus palabras de apoyo en los momentos bajos y por haber asistido a los días finales de carrera
2- A Jaume Terés, Francesc Terés y Albert Zorrilla, porque sin sus consejos no hubiera podido salir en condiciones por las innumerables pardilladas que hubiera cometido. Son unos compañeros increibles: gracias
3- A no limit por habernos informado y ayudado en todo momento y en especial por haber facilitado a mi mujer que viniera de apoyo en las últimas etapas.
4- A toda la Haima 6 (Jaume, Francesc, Albert, Jordi, Alex, Isma) por los buenos momentos que hemos pasado y por no haberos desesperado con mis ronquidos....

MUCHAS GRACIAS A TODOS!

Jaume Terés- "Hola a todos-as.Bien ya estamos de vuelta y despues de limpiarnos la mier... de las uñas , notoha faltar su vacio.Una mezcla de nostalgia y alegría , por haber finalizado ,pero a la vez añoranza de los días compartidos con gente que al llegar noconocía de nada y ahora la extraño ; ese circular de haima en haima.En finesto es Sables , super duro cuando estás y revalorizante cuando vuelves , contodas sus grandezas y sus miserias.Gracias MDS , por haberme dado un motivomás por el que vivir hasta el 6 de abril , vivirlo y ahora alimentarme de elhasta un nuevo destino.Gracias compañeros por haber compartido y robado partede vuestra amistad , que perdurará en mi recuerdo".

Carlos Ultrarun "El catedrático"- Hola a todos, La prueba ha sido dura, creo que incluso coincido con enrique,.... ¡¡¡me voy a arriesgar, MUY dura.... pero a la vez parafraseando las palabras de Jaume Teres, "lo que mas duro es de realizar, mas dulce es de recordar" asi que os recomiendo que en las horas de descanso que imagino todos nos tomaremos, (menos Josef), mediteis sobre lo que cada uno a aprendido de esta magnifica experiencia.El hecho de llevar el cuerpo y la mente a los limites a los que la hemos sometido, extremos, pero con margen de seguridad, hace que veamos las cosas mas claramente, todo se relativiza y curiosamente cosas que nos parecian antes basicas o importantes, ahora, .....bueno, estan bien, pero se ven de otra manera.Creo que esta situación mental, provocada por el esfuerzo es optima para desarrollar nuevas estrategias de VIDA, que nos pueden servir para siempre, al menos eso es lo que intento hacer yo.Por otra parte, yo personalmente siento una intensa sensación de vacio......cuando se ha metido tanta energía dentro de un proyecto que de pronto, con la entrega de una medalla, ......¡¡¡¡puffffff, ......desaparece de pronto de nuestro horizonte a mi me desorienta.No se si es una situación mia personal o le pasa a alguno mas pero estoy claramente desorientado y ligeramente despistado, .......si, ......mas de lo normal......En cualquier caso imagino que en cuanto el Ultra Trail del Mont Blanc se "haga fuerte" en mi cabeza empezará a desaparecer, y mientras tanto a intentar convivir con esta extraña sensacion quecreo que tiene sus ventajas.Por otro lado, la convivencia con todos vosotros, a incrementado el masoquista placer de sufrir en el desierto ya que he podido compartir con todos, en mayor o menor medida momentos especiales que me acompañaran para siempre,...... sorprendentemente tambien con los catalanes..............................¡tranquis!!!!! que es broma.......Os agradezco estos momentos de sufrimiento compartido que en muchos casos han hecho que pudiese seguir en la carrera, a pesar de los bajones y quiero pensar que mi presencia a podido ayudar a alguno a superar alguna crisis.Por ultimo agradecer la entereza y magnifico apoyo que los que por unas o por otras circunstancias tuvieron que darse de baja de la miseria y pasar a la "zona VIP", ya que en muchos casos esa fortaleza y animo a sido el soporte de nuestro aguante, .....y se por experiencia propia que estar en ese lado de la cuerda es duro.Un abrazo muy fuerte a todos y me alegra haber compartido con todos la Maraton de las Arenas 2006El "catedratico", dorsal 320

Jaume Amat "la Revelación"- Me encanta la fuerza que emite Josef pero yo aun me estoy recuperandodel "susto". Antes de todo quiero agradecer vuestra compañía y simpatía en estos díasdel maratón. Quiero dar un homenaje a todos los compañeros que no hanpodido terminar por diversas causas, algunos injustamente como Lidia quepor 5 minutos de retraso de un largo día bochornoso no terminó, a Xavi(tienda 12) por su compañía y apoyo, su crema de champiñones calentitasacada de "stranquis", el vaciado de piedras antes de nuestra llegada ysus confidencias y anécdotas, a "Trini" por su gran corazón, a JordiRosell por su optimismo y buen hacer ante las adversidades, a AlbertZorrilla por sus consejos técnicos y más, a Teresa, a Nil por suejemplo, en fin a todos los demás que aunque el trato ha sido menoscercano pero no más distante han demostrado un sobreesfuerzo. Muchos lohan dejado y a otros los han dejado pero para mi el hecho de participary atreverse ya significa mucho. Ha sido un auténtico placer convivir con Sebastià, Fidel, David, Xavi,Trini i Eloi compañeros de tienda. Compartir confidencias con JorgeYébenes, Jaume Terés y otros. Agradezco sinceramente a Josef que me hahecho sentir como un actor revelación. Especialmente a Silvia i Ariadna por su paciencia y amor. Ha sido un lujo compartir estos días con atletas y escaladores de primernivel. Agradezco a todos vuestros consejos, confidencias, ilusiones yoptimismo. He sido el último de los españoles y eso no importa, os expreso migratitud por quitarle importancia. He llegado como un héroe (en mi opinión no he hecho nadaextraordinario), pero porque he acabado la maratón más dura del mundotengo la admiración de familia, amigos, compañeros y clientes, peroparticiparla es mucho más. Para mi esta experiencia ha sido un aprendizaje, quizás sólo uno más,pero me queda un largo recorrido por hacer. Un fuerte abrazo, JAUME AMAT

TRINI- ARENA, SUDOR Y LAGRIMAS


CANSANCIO

Cuando el cansancio, el calor, la deshidratación superan a tu cuerpo, tu mente quiere
continuar , sacar de ti lo que nadie concibe que pueda existir en las entrañas de la supervivencia humana, del máximo esfuerzo, del dolor que separa todas tus partes del cuerpo.
De tu capacidad de reaccionar nula, siempre queda esa sensación de impotencia, rabia , de querer seguir un metro mas , cien metros, un kilómetro. Ver en el infinito la llegada, el término de algo que no tiene fin, la búsqueda de ti mismo, pensar que todo es un sueño. Pero tu cuerpo sin saber porqué desiste, abandona, tu mente sigue pensando que el dolor es parte de las enseñanzas que hemos aprendido como seres racionales.
¿Quién pudiera separar cuerpo y mente? Ja Ja … me río pero el dolor es cada vez más intenso, más inaguantable seguido de sudor, un sudor frío .Los vómitos se vuelven cada vez más seguidos todo se nubla y se desvanece.

ABANDONO

Despierto tumbado en una litera en una tienda de campaña con el suero en el brazo, abres los ojos, miras, te quieres incorporar.
Primera sensación ; Rabia, las lágrimas brotan a través de tus ojos no puedes parar después de tanto sufrimiento.
La palabra abandono no existe en mi mente, no estoy preparado para abandonar .Estoy preparado para continuar y llegar.”Que he hecho mal o que no he hecho bien”. “Yo estoy bien, puedo continuar”.
No siento dolor , mis ojos siguen llorando saben que mi cuerpo no puede continuar. Que está vacío, que las lágrimas son parte de mi cuerpo, de mi rabia, de mi impotencia.
Empiezas a conectar cuerpo y mente, y a sentir el dolor .Miras a tu alrededor. La soledad también cada vez es más grande, estas rodeado de gente , que solo con las miradas que nos cruzamos nos damos cuenta que estamos en la misma situación, que sentimos lo mismo.
El silencio lo dice todo.

AMISTAD

La amistad no se encuentra en un frasco, ni pequeño, ni grande. Ni en la esquina de un bar, es algo más. Algo que el sufrir te enseña que una mirada, un gesto, un abrazo es banal, no sirve.La amistad es mucho más profunda, no tiene color ni olor ni sabor, no se compra ni se cambia, no se deja.La amistad es parte de la riqueza de cada persona , es el poder de dar de ti todo lo que no tienes; parte de tu dolor de tu rabia de tu angustia .
La amistad es el don más preciado que existe dentro de mi, ni lo doy ni lo vendo.Lo comparto con la gente que como yo entiende que un amigo es para siempre.

Kike Borras- Hola a todos, Me uno a los comentarios de muchos de vosotros. Han sido unos días inolvidables en una compañia inolvidable. Para la mayoría de nosotros, esta carrera, más que una prueba deportiva, era una experiencia personal, una aventura y un viaje al desierto con la escusa de la competición. Todos soñabamos con atraversar la meta final de esta mítica carrera, algunos lo conseguimos pero otros no. A todos aquellos que no pudieron terminar quiero animarlos, pensar que la experiencia vivida durante los días que estuvisteis ahí no tiene comparación. Es todo un éxito el simple hecho de poder participar en esta carrera. El llegar a la línea de salida ya tiene merito y más aún el atraverse a ir. Esta vez no ha podido ser, pero seguro que en próximas ocasiones la cosa irá mejor. Animo y a continuar!!!!! A todos, en general, daros las gracias por vuestra compañía y por vuestra convivencia. En especial a los que más trato tuve, a mis compeñeros de jaima. Creo que la gente que se atreve con estas pruebas tienen un caracter y una forma de ser que nos hace diferentes a los demás, y es dificil encontrar gente que no merezca la pena conocer. Me alegro de haberos conocido a todos y espero que los lazos, más o menos fuertes, que hemos establecido en esta aventura no se rompan con facilidad y que nos volvamos a encontrar en alguna otra locura. Un fuerte y sincero abrazo Kike

Francisco Ariza- buenos dias AMIGOS soy francisco ariza habitante de la jaima nº11 yo como todos vosotros lo que quiero resaltar de esta prueba "locura" a parte de la dureza de la prueba, sus maravillosos paisajes, buena organizacion..........................etc. en definitiva cosas materiales. es el aspecto humano de todos aquellos que la hemos compartido a mi personalmente me ha sorprendimo muy gratamente que personas que no nos conociamos de nada a los 5 minutos de estar juntos ya eramos una piña y podiamos contar con cualquiera de nostros para lo que nos hiciera falta , eso es lo bonito de la MDS que nos une un sentimiento de compañerismo que no se da en ninguna prueba mas. pero si me lo permitiis a las personas que mas quiero agradecer y dar mi gran enorabuena por su entereza y compañerismo en los momentos malos (que para ellos estoy seguro que los eran peores que para nosotros que estabamos corriendo ) son aquellas personas que se retiraron por motivos ajenos a su voluntad y se quedaron con nostros en el campamento para animarnos, ayudarnos y esperarnos en la llegada como si de nuestras madres se tratasen, gracias por estar hay y animaros sin vosotros no habria sido lo mismo , desde aqui y con un fuerte grito de animo os digo que cuando podais os vayais ha sacar esa espina te teneis pendiente , muchos animos y a la segunda va la vencida campeones , gracias por estar con nosotros sois los MEJORES si me lo permitiis otra vez y sin que nadie se enfade ya que no es mi intencion quiero dar las gracias a mis amigos y compañeros de la jaima 11 por haberme echo pasar 10 dias de ensueño gozando de vuestra compañia (me lo he pasado de puta madre) sois la ostia, y al resto de amigos gracias por todo dudo que os olvide por que el recuerdo que me llevo de todos vosotros es MUY MUY MUY GRANDE. aaahhhhhhhhh se me olvidaba MUCHO CADI MUCHO CADI EEEEHHHH EHHHHH un fuerte abarazo y hasta pronto francisco

Albert Majós
Es el ultimo e.mail desde el desierto marroquí tumbado sobre una cama de civilización y tras una entrega de premios amañada, donde al cuarto se le ha penalizado para que uno de los Hansales pudiera ser tercero...
Quizás la raza humana necesite de sus trapicheos para su buen funcionamento... ¡Y si no que nos lo digan a nosotros trapicheando pan con abandonados y voluntarias! No sé??, pero a veces crees que quizás no seamos justos con nosotros ni con el prójimo, pero cuando has sabido lo difícil que ha supuesto eso para ti llegar y lo ves literalmente robado por un puro interés "comercial" o no se porque, resulta triste...
Pero en este último mensaje no quiero dejar ni mucho menos ese sabor rancio del ser humano, sino la otra parte extraodinaria, fantástica y maravillosa que ha sido esta experiencia. Extremadamente dura para la mente, pero intensamente maravillosa para el alma, para el roce y goze de personas que lo han sabido compartir, ayudar y apoyar en todo momento, sin importar procedencia, origen o dialecto; donde una mano es un amigo y un esfuerzo es un sentir común.
Quizás en palabras suene a maquillaje, pero en la piel es un tatuaje y eso hace de esta maravillosa experiencia un recuerdo de preciosa estampa. Quizás las palabras sean trasmisoras de ideas, pensamientos y vivencias pero lamentablemente el sudor de cada poro de mi piel no se puede entender si no se ha estado dentro de él. Pero desde mi humilde vivencia os agradezco una vez más todo ese soporte, cariño y apoyo que me habéis trasmitido. Sinceramente ¡muchas, muchas, muchas gracias! Muchas veces al alejarte de tu madriguera ves de distintos tonos las flores de tu jardín y desde esa distancia y volviendo a él os digo que gracias: el valor de las cosas no está en el arbitraje que el ser humano le ha otorgado, sino en la capacidad de uno para sentirse, y ser libre en su vida, y quizás tengamos que volver a veces a nuestro origen para recordar que sólo somos aquella bomba que inspira y espira aire para vivir y que alcanzar una mano a un compañero, amigo o desconocido no es más que nuestra esencia de vivir con nosotros y nuestros vecinos.
El desierto no ha sido ninguna noche estrellada, ni ninguna puesta de sol aterciopelada, pero sí ha sido ese compañero silencioso que espera en silencio, como psicólogo junto al diván, que su silencio sean tus palabras y las experiencias tus guías y así alcanzar algún camino... ni bueno, ni malo, sólo un camino. Así es el desierto: ese compañero que siempre os aguardará. Desde un pueblo que no sé ni cómo se llama, -pero eso no es importante: los datos y las citas siempre se pueden buscar, las experiencias no las podemos dejar escapar- una vez más gracias, muchas gracias. Este desierto me ha hecho sufrir y vivir y en él siempre habrá una gota de mi sudor y un suspiro de mi vivencia... ¿Quien sabe si volveré? Preguntádselo a las estrellas...
Hasta siempre compañeros.

Albert Zorrilla

Yo sin duda, aportaré la otra cara de la moneda. La cara del abandono. No obstante, no me siento triste ya que tuve la oportunidad de correr la 20a edición de la MDS (2005) y se perfectamente lo que es llegar a la meta y sentirse una de las personas más felices del planeta.
Este año para mi ha sido especialmente duro. Probablemente no iba suficientemente bien mentalizado ya que ha sido un año muy desagradable a nivel profesional y quizás esto me ha despistado del enfoque "sables" que era soportar el sufrimiento y a la misma vez, disfrutar de la carrera más dura del mundo. Además, tuve la mala suerte de sufrir una lesión en un músculo que probablemente sólo conoce mi fisioterapeuta Wilco, que se llama Poplecio y está situado en la parte trasera de la rodilla entre los "isquios" y el gemelo, en fin, una auténtica barbaridad que me permitió única y exclusivamente correr hasta la 3a etapa.
A pesar de ello, y como siempre, la Marathon des Sables es una experiencia única que todo atleta y/o aventurero debe vivir. Compartir la incertidumbre, el miedo, la buena fe y compañerismo, son fundamentales en este tipo de competición que te transportan por unos días a un mundo casi perfecto en donde los seres humanos se valoran y respetan los unos a los otros a pesar de estar en una competición.

Alejandro Berea

Habiendo participado en la MDS el juicio de valor que hago de la misma es algo distinto al que hubiese realizado días antes de marchar. Es una prueba que no empieza en Marruecos. Considero que se inicia desde el momento en que empiezan los entrenos, durante todo el proceso de preparación y estudio del equipamiento ideal y del equipaje que te acompaña durante los días de carrera. Todo cuenta para plantarse en el punto de salida con las ideas muy claras, y con la fuerza, no sólo física, sino también psíquica, ambas necesarias para ir superando las adversidades de todo tipo que se puedan ir presentando durante la semana de carrera. Y no debería decir "carrera", sino prueba, ya que durante el desarrollo de la MDS intervienen muchos aspectos extradeportivos que la convierten en una experiencia mas allá de lo deportivo. De todo ello, me quedaría con el compañerismo que se vive, no sólo con los amigos y compatriotas, sino en general con todos los participantes, así como con los miembros de la organización, voluntarios, equipo médico, incluso es de destacar la voluntad con la que colabora el personal del lugar encargado de montar y desmontar las haimas.

Jordi Barbany


Correr la MDS ha sido cumplir un sueño gestado en los últimos años. La "carrera más dura del mundo" atrae como un imán a todos aquellos deportistas con ánimo de superación. Es una carrera donde la forma física es importante, pero quizás es más tener la cabeza clara y la fuerza que en otras carreras es imposible de encontrar y la ilusión de llegar cada dia a la meta de hacen correr con un único objetivo: acabar.
El otro aspecto determinante de la carrera es la hermandad y el compañerismo. En ninguna carrera hecha hasta ahora nadie me havia preguntado como me encontraba cuando alguien me adelantaba y viceversa. Se crea una complicidad entre los corredores que te hace sentir especial y superior.
Como decia un compañero de haima: SOMOS HÉROES, y esto nos ha ayudado a muchos a llegar hasta la meta. Estoy muy contento pero tambien un poco vacío. El desierto me ha dejado un fuerte huella y confio que alguna vez pueda volver.

KIKE BORRÁS

Día 6 de abril del 2006. Se inicia la aventura.

Era jueves y los días anteriores habían sido realmente interminables ya que parecía que el día de comenzar nuestra aventura no llegaba nunca. Así que, por fin ese día, nuestro sueño se hacía realidad, nos íbamos a la Maratón des Sables, considerada como la prueba por etapa más dura del mundo.
En el aeropuerto de Madrid nos encontramos todos los corredores españoles que participábamos. Un total de 53 atletas de diversos puntos de España, sobre todo catalanes y madrileños, de diferentes edades y de ambos sexos.
Tras las presentaciones pertinentes y una precaria cena, preludio de la alimentación que nos esperaba en el desierto, embarcamos rumbo a Casablanca y de ahí, en un vuelo nocturno, hacia Ouarzazate punto de encuentro de todos los participantes.
Cenamos en el hotel y e intentar dormir sin apenas tener tiempo de asimilar en cambio de temperatura, ya que pasábamos en pocas horas de los 8 a 10 grados de Lleida a los 35 ó más de marruecos.

Día 7 de abril del 2006. El traslado al desierto.

Al día siguiente mucho buen humor. Desde el desayuno y hasta la llegada al último punto civilizado en autocar, conversaciones donde los más expertos asesoraban a los novatos, contando historias de llagas en carne viva, de alegrías inmensas al terminar las etapas, de tormentas de arena, de la dureza del desierto, … había momentos que oyendo todas esas historias esperabas ansioso el inicio de la carrera, y en otros momentos deseabas retrasar un poco más el sufrimiento físico que seguro padeceríamos los próximos días.
El ultimo punto habitado, un pueblo lleno de niños que pedían sin cesar que les diéramos todo aquello que no quisiéramos adentrar en el desierto, comida sobrante, ropa, … todo es útil en un lugar donde la pobreza es la reina indiscutible.
Montamos en unos camiones militares, hacinados como refugiados que en vez huir, se dirigían al infierno. Durante media hora de viaje nos adentramos en el desierto por vastas y extensas planicies de arena y roca, hasta, por fin, llegar a nuestro primer vivaque. Nos distribuimos en tiendas de ocho personas, cada grupo compartiría la misma tienda durante toda la prueba y así, sin saberlo, estábamos eligiendo a nuestros compañeros, ayudantes y confesores que nos acompañarían durante los próximos días compartiendo experiencias, sensaciones, pensamientos, risas y lloros.
La emoción era grande, ¡ya estábamos en el desierto!. Las primeras fotos no tardaron en llegar, cualquier cosas era tema de un hermoso recuerdo: las dunas, los camellos, los otros corredores, la tienda, … queríamos guardar tantos recuerdos que, con el miedo de olvidar tanta belleza y tantas sensaciones, no parábamos de hacer fotos.
Los dos días antes de la carrera la alimentación corría a cuenta de la organización, así que comimos muy bien esos días.
En ese primer atardecer en el desierto seguro que muchas mentes de las personas que ahí estábamos, volaron del campamento y se reunieron con amigos, familiares y con todo aquello que les habían hecho llegar hasta ahí. Estamos en el sitio y en el momento que tanto y durante tanto tiempo habíamos deseado.





Día 8 de abril del 2006. Día de aclimatación.

¿Aclimatación?, ¿cómo puede una persona aclimatarse en un día a tantas sensaciones?. El calor es lo de menos, es el viento constante, la arena ardiendo, la escasez de agua y la temperatura de esta cuando la bebes, la alimentación precaria, el terreno rocoso y arenoso, el suelo duro al dormir, el dolor de los pies llenos de llagas, el cansancio, el peso de tu mochila que la odias durante el día pero la quieres cuando llegas al campamento, … ¿como te puedes aclimatar a sobrevivir 7 días en el desierto con la que llevas encima?. Teníamos un día para intentarlo.
Ese día fue muy emocionante. Comenzamos de mañana temprano a vestirnos y equiparnos con el material y ropa que llevaríamos en la carrera, a contar todo lo que íbamos a llevar. Luego un reportaje fotográfico para nuestro colaboradores que se merecen eso y más por ayudar a dos “locos” a soñar y hacer realidad sus sueños.
Pasamos las escuetas verificaciones técnicas sobre el material, alimentación y de más, cogimos nuestra bengala y las pastillas de sal tan necesarias en el desierto, y tras ese momento nos deshicimos de todas nuestra pertenencias que no llevaríamos durante los próximos siete días. Ahí quedaban apiladas maletas y bolsas de viaje llenas de objetos que acertadamente o no habíamos dejado.

Al atardecer, antes de la presentación oficial de la carrera, vivimos nuestra primera tormenta de arena. De pronto comenzó a soplar el aire, poco a poco la intensidad fue en aumento y comenzaron a levantarse nubes del polvo. Al cabo de un rato el viento era tan fuerte que tiraba todas las jaimas que no estaban bien ancladas al suelo. Los granos de arena se clavaban en al piel y no se veía nada a más de un par de metros. Era espectacular. Duró aproximadamente un par de horas, luego, poco a poco todo volvió a la calma del desierto.

Se hizo la presentación oficial en medio del campamento con el Patrik, organizador de la carrera, subido a un Jeep. Después una demostración de jinetes locales a lomos de caballos y camellos que realizaban piruetas que daba paso a la última cena en condiciones antes de comenzar la carrera.

Después de la cena fuimos a dormir con los nervios habituales de ver como el gran momento de comenzar la prueba estaba apunto de llagar.


Día 9 de abril del 2006. Primera etapa, 28 km. Contacto con la dureza del desierto.

¡Por fin el día!. A primera hora de la mañana, sobre las seis, ya estábamos en pie ya que los encargados de montar y desmontar el campamento no daban tregua, comenzaban a desmontar las tiendas aunque estuviéramos dentro de ellas todavía. De esta forma, pasábamos cada día tres largas horas hasta el inicio de la etapa que normalmente era sobre las nueve y media, a pleno sol, buscando alguna sombra que nos cobijara, preparando la mochila, tapando las ampollas, … Ese primer día se hizo eterna la espera pero pronto nos encontramos ahí, en primera fila dispuestos a comenzar la prueba. Tras algunas fotos iniciales nos colocamos todos en formación dibujando con nuestros cuerpos un “21”, ya que esa era la 21ª edición de la prueba, para que desde el aire el helicóptero sacara las imágenes de la salida.
Los nervios a flor de piel, algunos corredores estaban claramente emocionados, algunas lágrimas y caras compungidas por la emoción, detrás de cada una de ellas seguro que hay una historia que justifica el estar ahí. Muchos y variados son los motivos por los que la gente participa en esta prueba y el estar en la salida, para muchos, es un motivo para emocionarse.

Tras algunas palabras del organizador de la prueba, se inició la cuenta atrás, … 10…9…8…7… la música sonando a todo volumen, el sol cayendo a plomo, …6…5…4… movimientos nerviosos, el sudor comenzando a brotar de la piel, … 3…2…1… ¡¡SALIDA!!. Había comenzado la Maratón des Sables 2006.
Comenzamos corriendo a un buen ritmo, enseguida notamos que el calor, la mochila y el terreno arenoso no nos permitían correr con la facilidad que teníamos previsto. El peso de la mochila rebotaba dolorosamente en nuestros hombros. Pero seguimos corriendo, apenas sin parar, durante los primeros 10 km,. hasta el primer control. En el avituallamiento volvimos a coger agua, aproximadamente cada 10 a 12 kilómetros teníamos un control donde nos daban un litro y medio de agua caliente. Aún recuerdo como en ese primer control. ¡me había sobrado agua, y la tiré! Cosa que no pasaría prácticamente en el resto de la prueba.

Seguimos corriendo, hasta aquí el terreno había sido plano, pero a lo lejos ya se veían las primeras montañas, no muy altas, pero que en esta situación eran enormes. Bajamos el ritmo y alternamos la carrera con caminar. Después de la montaña estaba el segundo y último control del día. De ahí a la meta apenas 7 km., que a priori serían fáciles. Nada más lejos de la realidad, de una manera sorprendentemente rápida mi organismo empezaba a acusar la deshidratación. Los kilómetros pasaban lentamente y lo que antes era una carrera suave ahora se convertía en un caminar cansino. Comenzó a soplar el aire y a lo lejos se intuía la meta. El cansancio iba en aumento de una forma demasiado rápida y los últimos dos kilómetros se hicieron eternos. ¿Cómo puede ser que 28 escasos kilómetros te dejen tan destrozado?
Por fin la llegada, decidimos correr los ¡últimos 20 metros!, gran error, ya que eso hizo que entrara en la meta y directamente me fuera al suelo con multitud de calambres por todas las piernas producidos por la deshidratación. Cogí como pude los cuatro litros y medio de agua que nos daban a la llegada y a trancas y barrancas me fui a la tienda. La tormenta de arena iba en aumento, por lo que me tiré en la jaima y aguante como pude la arena que se metía por todos los rincones. El viento estaba a punto de tirar la tienda al suelo y mis compañeros, que acababan de llegar, hacían un último esfuerzo para anclarla mejor y evitar que cayera. Yo, inmóvil en el suelo bebía e intentaba recuperarme. Estuve casi tres horas sin moverme, solo en un momento salí arrastrándome de la jaima para vomitar el agua que llenaba mi estómago.
Por fin, fui recuperándome, mi cuerpo ya admitía el líquido y al cabo de cuatro horas de la llegada pude comer algo. Arcadi, también había llegado tocado, pero mucho menos deshidratado, así que fue él el que se fue a escribir un correo en internet para decir a familiares y amigos como nos iban las cosas.

A la noche todos comentábamos lo duro que había sido correr con este calor, la deshidratación que como un enemigo silencioso te va machacando y solo lo notas cuando ya es demasiado tarde. Algunos compañeros tuvieron que ser atendidos en la clínica móvil y ya el primer día habían tenido que inyectarles suero. Peor aún había habido bastantes retirados, ¡primera etapa, 28 km y ¿ya había retirados?!, eso no era normal, era el comentario de todos.
Aarcadi y yo decidimos que al día siguiente había que bajar el ritmo, que habíamos pecado en correr tanto. Así que la próxima etapa iríamos más tranquilos. Aquella noche me desperté de madrugada y salí fuera de la tienda, fue uno de los momentos más impactantes que recuerdo, pues el silencio del desierto era tan ensordecedor que te dejaba atónito. No había aire, no había nada que se moviera ni que hiciera ruido, la luz tenue de la luna iluminaba un paisaje lunar, … era el silencio más ensordecedor que he oído en mi vida.



Día 10 de abril del 2006. Segunda etapa, 35 km. El primer susto.

Esa noche descansamos bastante bien y al día siguiente nos encontrábamos con fuerzas en el momento de la salida. La etapa comenzaba con la subida a una montaña cercana de unos 400 mts. de desnivel, luego una enorme e interminable planicie hasta el primer puesto de control. Como habíamos pensado nos lo tomamos con mucha más tranquilidad, la subida la hicimos caminando y el plano íbamos alternando diez minutos de carrera con cinco de caminar. La cosa parecía funcionar, avanzábamos bastante bien y sin mucha sensación de fatiga.
Del primer puesto de control al segundo había unos 12 kilómetros atravesando unas dunas y con un terreno pedregoso que tendía siempre a subir. Tras las primeras dunas comenzamos a bajar el ritmo, corríamos 5 minutos y caminábamos otros 5. Luego eran 2 de carrera y 10 de caminar y por fin, cerca del segundo control, ya solo caminábamos.
De nuevo, la deshidratación comenzaba a aparecer, sin darte cuenta los líquidos corporales se evaporaban con demasiada facilidad. En el control paramos alrededor de 20 minutos, donde bebimos casi un litro y medio de agua, sales y descansamos a la sombra de una jaima de la organización.
Faltaban solo unos 10 km. para meta, algo factible si nos lo tomábamos con tranquilidad. Y así lo hicimos, comenzamos como la mayoría de los que llegaban al control, caminando a un ritmo aceptable. El terreno eran dunas durante tres kilómetros y después una enorme recta de arena y rocas totalmente plana. Como desmoraliza ver una enorme recta sin fin, totalmente plana y que aún así no deja ver el final de la etapa.
Por el camino iban cayendo corredores, uno de ellos nuestro compañero “Trini” que perdió el conocimiento al pararse a descansar debajo de una acacia. Nosotros también paramos a reposar, pues a mi me comenzaba a pasar factura la falta de líquidos. Poco a poco tuvimos que ir bajando el ritmo, caminábamos lentamente, avanzando poco a poco. El aire comenzaba a soplar de nuevo y levantaba nubes de polvo que dificultaban el avance. Entre la neblina se intuían las figuras de los corredores, tapados hasta las orejas y avanzando penosamente por la arena como zombis.
Mi ritmo fue a menos y sin darnos cuenta Arcadi y yo nos fuimos separando, el viento y la falta de aliento me impedía avisarle de que estaba perdiendo su estela, pese a que el ritmo era realmente lento.
Faltaban aproximadamente tan solo tres kilómetros, … ¡pero que tres kilómetros!, creo que han sido los más duros y los que más he sufrido en toda mi vida. Caminaba cada vez más despacio y con más esfuerzo, mi respiración era como si estuviera corriendo a 5.000 metros de altura, estaba hiperventilando. Comencé a hacer paradas cada 100 ó 200 mts. me tumbaba y trataba de recuperarme, la falta de líquido en la sangre hace que esta se espese y se necesite mucha más energía para bombarla, por eso respiras tan fuerte. Mis oídos se taponaban por el desequilibrio de presión en el interior de mi cuerpo, mala señal pues ya conocía esos síntomas. Cada vez que me tumbaba tenía que luchar contra los terribles calambres de mis piernas. Algunos compañeros me iban adelantando y me acompañaban algunos metros dándome ánimos, pero no me podían esperar ya que cada uno debe llevar su ritmo o sino corres el riesgo de caer tú también.
Me dejaron unos palos de treking que me ayudaron un poco. Creo que faltaba apenas un kilómetro cuando me volví a tumbar. Por mi mente pasaba el fantasma del abandono. Llegó otro compañero, no recuerdo su nombre, un hombre mayor de unos 55 años, de Mallorca, compañero de “Trini”, se quedó conmigo un buen rato, me ofreció bebida, comida y me animó a seguir. Le pedí, por favor, que se quedara conmigo que me ayudara a terminar y así lo hizo. En ese momento pasó un coche de la organización con “Trini” su compañero retirado. Fue un duro golpe para él conocer así la retirada de su amigo, y creo que en parte por eso, se volcó en mi, y como si de “Trini” se tratara, me “obligó” a continuar, a borrar de mi mente la retirada. No me avergüenza reconocerlo, estuve a las puertas de mi retirada de la Maratón des Sables en la segunda etapa a tan solo un kilómetro de la meta. Lo pase muy mal todo ese rato, caminaba apenas 20 metros y me tenía que parar a respirar. ¡Por fin la meta!, entre la nube de polvo apareció la llegada y poco a poco me fui acercando y cuando estaba llegando ví a Arcadi, ¡estaba en la meta, pero no había entrado todavía!, estaba esperando mi llegada para cruzarla juntos. Había aguardado en la misma línea de meta, ¡sin agua!, más de 45’ a que yo llegará para cruzar, como nos habíamos prometido, cada línea de llegada juntos. Y así, al llegar, me abrace a él y lloré por primera vez, entrando juntos con los aplausos de los organizadores que hay estaban, conmovidos por el noble gesto de Arcadi.

Ya en la tienda, me tumbe y comenzaron los calambres, uno detrás de otro, sobre todo los gemelos. Tenía unos calambres muy intensos que estuvieron a punto de hacerme perder el sentido del dolor que me producían. Tuve que estar más de una hora sin moverme, bebiendo agua y viendo como los músculos de mis piernas se movían como si tuvieran vida propia. Al cabo de una larga hora me intenté incorporar y al hacerlo me vinieron unas nauseas que hicieron que me tuviera que arrastrar fuera de la tienda para vomitar. Vomité todo el líquido que había ingerido desde mi llegada, así que la cosa parecía preocupante, deshidratado, sin que mi cuerpo acepte líquido alguno, sería imposible afrontar la etapa del día siguiente, así que nos fuimos a la enfermería donde me tomaron la tensión y me valoraron. Estaba bajísimo a 10-5, y tenía unas ojeras que delataban mi debilidad, así que aunque sabia que me sancionarían con la penalización correspondiente de una hora, decidí inyectarme suero (la clasificación era lo de menos, lo importante era poder seguir en carrera). Me tumbe en la camilla y me administraron durante tres cuartos de hora 2 litros de suero intravenoso. Al poco tiempo me notaba mucho mejor, sin calambres y con fuerzas incluso para comer, es increíble como se recupera el cuerpo humano en cuanto tiene liquido. Terminada la sesión de suero, comí un poco y a dormir y descansar para el día siguiente con el miedo y la incertidumbre en el cuerpo de que pasaría en la tercera etapa.


Día 11 de abril del 2006. Tercera etapa, 38 km. La crueldad del desierto.

El susto del día anterior hizo que esta tercera etapa nos la tomáramos con total tranquilidad, salimos caminando desde el principio y con la intención de no correr en toda la etapa. Los primeros diez kilómetros hasta el primer puesto de control, los hicimos bastante bien, conversando con otros corredores y disfrutando de los paisajes.

El siguiente control estaba situado en el kilómetro 20, llevábamos un litro y medio de agua caliente para ese tramo, pero el sol comenzó a castigar con más fuerza. Sobre el kilómetro 14 comenzó una constante subida sobre arena, no muy fuerte pero continua. Yo seguía andando al mismo ritmo que habíamos llevado hasta entonces pero poco a poco, veía que Arcadi se iba quedando rezagado. Le pregunté como iba y un “bien” dubitativo fue su respuesta. Sobre el km 16, Arcadi comenzó a dar señales de fatiga y deshidratación, la subida continuaba y el sol implacable caía a plomo sobre nuestras cabezas. Intentó comer una barrita, pero no podía, las nauseas le venían en cuanto trataba de tragar algo sólido y el agua caliente que bebíamos no hacía ningún efecto de recuperación. En el kilómetro 18 , Arcadi se terminó el agua cuando a mi me quedaba todavía un litro, prueba de que algo iba mal. La esperanza de que tan solo dentro de 2 km. llegaríamos al puesto de control donde beberíamos y descansaríamos todo el tiempo necesario hacía continuar a Arcadi. El ritmo era cansino pero no parábamos, detenernos bajo ese sol abrasador casi sin agua era sinónimo de deshidratación. Sobre el km. 19 comenzaba una subida muy dura sobre arena suelta. Arriba se veía el control y el sol era todavía más fuerte pues ya era medio día. Arcadi continuó caminando y yo le intentaba animar como podía. La subida se hizo muy dura, cada paso que dabas resbalabas un poco hacia abajo y a tan solo dos metros de terminar la subida, y cuando el control se apreciaba a 30 mts. de nosotros, Arcadi se arrodilló en la arena, apoyo la cabeza en el suelo y comenzó a respirar profundamente. Un controlador que estaba ahí me ayudó a intentar recuperarlo, le echamos agua sobre su cabeza, y le dejamos tomar oxigeno durante dos o tres minutos. Había que moverlo de ahí, estaba demasiado expuesto al sol y con la ayuda del controlador lo levantamos para dirigirlo a la única sobra cercana de una pequeña acacia. Se levantó y fue cuando vimos que el control estaba a 30 mts. así que caminamos con Arcadi cogido a mi cuello y a trompicones llegamos al control. Cogimos el agua, pero antes de beber nos sentamos en unas rocas cercanas, había una tienda que era la única sombra posible pero solo reservada para los que necesitaban asistencia médica, así que nos tumbamos al sol. Yo me quité las zapatillas para curar mis ampollas y Arcadi se tumbo a descansar, al minuto le pregunté como estaba, un agónico “bien” fue su respuesta. Un minuto más tarde le volví a preguntar y en esta ocasión el silencio fue la respuesta. Le volví a preguntar una segunda vez, y al ver que no me respondía me levanté hacia él. Le miré y ví que no se movía ni siquiera para espantar las moscas de su boca. Le golpee la cara y no respondía. Lo zarandee sin respuesta. Llamé a gritos a los médicos del puesto de control y acudieron a ver el estado de Arcadi, cuando vieron que no respondía, lo cogieron entre varios y lo introdujeron en la tienda. Yo quedé fuera con el corazón en un puño esperando que me dijeran como estaba. Cuando me hicieron un hueco me senté junto a él y vi que respiraba profundamente pero que no hablaba ni abría los ojos. Los médicos no me decían nada, señal de que la cosa iba mejor. Había más corredores como Arcadi, con falta evidente de líquidos, deshidratados y que estaban tirados en la sombra. Los médicos se veían desbordados.
Me quede con él un buen rato hasta que le comenzaron a poner suero. Las únicas palabras que pronunciaba eran para que yo continuara, me decía que siguiera que no parara. Cuando por fin, comenzó a responder y a respirar con más tranquilidad, le pregunté al medico como estaba y si podría continuar. Me dijo que estaba bien pero que estaba demasiado deshidratado y fatigado como para seguir, además había perdido el conocimiento y sería peligroso dejarle continuar a falta de 18 km todavía para meta.
Así que decidí continuar, me despedí de Arcadi aunque sabía que no me oía, y con una congoja enorme me calce y continué dejando atrás al compañero con el que había soñado esta aventura y con el que había prometido cruzar la meta todos los días. Es la dureza de esta carrera, la dureza del desierto, muchas ilusiones, mucha preparación, muchos sueños, … pueden terminar en tan solo 1 km. Esta carrera es preciosa, la más bonita que he corrido nunca, pero también es cruel, no tiene piedad y si en algún momento te coge un poco débil te machaca, no te da opción.

Los 18 km. restantes de la etapa los recorrí con un compañero de raids catalán llamado Paco. Fuimos hablando todo el rato y eso hizo que el trayecto fuera más llevadero, siempre con la duda en la mente de si Arcadi continuaría o no.
Ese día hizo mucho calor y la fatiga y deshidratación acumulada en los días anteriores hizo que el número de retirados ese día fuera elevadísimo, hasta 58 corredores. Atravesamos una zona montañosa con algunas dunas y vimos varias bengalas en el aire de gente que necesitaba asistencia médica. En la cima de una de estas montañas nos encontramos a un grupo de gente que estaba intentando reanimar a otra corredora con los mismos síntomas que Arcadi había padecido, lo malo que ella estaba en un lugar bastante inaccesible para la organización.
Un interminable lago seco nos llevaba hasta el último puesto de control del día. A pocos metros de llegar nos cruzamos con un grupo de niños ¡que salían de la nada!, ¿qué hacían ahí?, ¿de dónde venían?, ¿a dónde iban?. No se veía ni a lo lejos ninguna edificación, ningún poblado, nada. Estábamos en medio de la nada y aparecían sonriendo y correteando como si nada.
Después del control solo quedaban unos 6 km. hasta la meta y cual fue nuestra sorpresa cuando a falta de 4 km. nos encontramos con ¡¡un pozo de agua fresca!!. Era un oasis, con un cubo nos remojamos enteros, tirándonos cubos y cubos por encima. Fue uno de los momentos más gratificantes de toda la maratón. Eso nos dio alas para llegar a meta mucho más rápido y con mejor cara.
Estuve aguardando hasta que oscureció en la meta a la espera de noticias de Arcadi, en el hospital no sabían nada, en la lista de retirados tampoco salía. ¿Habría continuado?. A la meta llegaban los más rezagados con sus frontales y con los pies destrozados.
Por fín me comunicaron la retirada definitiva de Arcadi, su sueño había terminado… de momento. Al vernos nos abrazamos y nos consolamos mutuamente. Ya estaba recuperado gracias al suero, pero eso es lo peor, pues entonces te ves con fuerzas para al día siguiente continuar y sin embargo tienes que abandonar la carrera. Esa noche, no hubo risas, ni comentarios, leimos los emails que nos habían mandado (cada día nos llevaban a la tienda todos los correos recibidos, eran como balones de oxigeno reconfortantes que hacían saltar nuestras lágrimas) y nos acostamos cada uno en compañía de sus pensamientos.



Día 12 de abril del 2006. Cuerta etapa, 57 km. La etapa clave.

A la mañana siguiente vino la despedida. Arcadi se retiraba y se iba a Ouarzazate a esperar a que llegáramos. El último abrazo fue muy emotivo, y yo con el firme propósito de terminar esa carrera en nombre de los dos.

Esa etapa era clave ya que sabía que si la superaba, luego vendría casi un día entero de descanso que me recuperaría para la maratón de 42 km. y la etapa final de 12 km. Tenía que terminar esos 57 km.
En principio eran 72 km. pero debido a la climatología de los días anteriores y la previsión para ese día, la organización decidió acortarla un poco y dar más agua en los controles. Había demasiados retirados, más que ninguna edición.
Salí caminando, a buen ritmo, sin mirar adelante, mirando al suelo, solo con mis pensamientos, concentrado en economizar fuerzas.
El dolor de pies había comenzado ya el día anterior, la gente tenía ya muchas ampollas y algunos caminaban cojeando. Mis pies iban bien dentro de lo malo, tenía solo dos enormes ampollas en la planta del pie y una en el talón. Es curioso como comienzas cojeando de dolor, pero al cabo de un rato, te olvidas de que los pies te duelen y eres capaz hasta de correr, … hasta que paras y vuelve el dolor, y de nuevo tienes que pasar todo el proceso.
El primer control llegó bastante pronto, se me había hecho corto y todo. Bebí y tome pastillas de sal. El día anterior descubrí que si envolvías la botella de agua con un calcetín y lo humedecía, la temperatura del líquido bajaba unos grados, así que iba rellenando la botella e iba remojando el calcetín periódicamente para mantener la temperatura.
Del primer control al segundo el paisaje comenzó a ser espectacular, enormes dunas de arena hasta donde alcanzaba la vista. Ese era el único día que la carrera nos permitiría ver a los primeros clasificados de la carrera en acción ya que los 50 primeros salían una hora más tarde con lo cual pronto nos adelantarían. Y fue ahí en las dunas donde lo hicieron, pasaron con una carrera ligera, como flotando sobre la arena, era una maravilla verlos correr con tanta facilidad, son gente especial adaptados al desierto y a sus condiciones.
En el segundo control nos sorprendió una tormenta de arena que hizo que nos refugiáramos entre los coches de la organización durante unos minutos. Algunos corredores se retiraron ahí hartos de sufrimiento.
A partir de este control mi ritmo fue en aumento. Comencé caminando pero pronto empecé a alternar la carrera con el caminar, cubrí relativamente rápido la distancia hasta el control tres. El sol comenzaba a caer así que descanse media hora, comí algo y estiré bien las piernas. En ese control me volví a juntar con Paco, el compañero que vino conmigo el día anterior y decidimos terminar juntos la etapa.
El atardecer fue increíble, la tormenta de arena había cesado y el sol se ocultaba tras las montañas dando un color especial a las dunas. Fue un atardecer increíblemente bello.
Ya sin luz, sacamos los frontales y seguimos nuestra ruta sin correr, solo caminábamos aunque la ausencia de sol hacía que todo fuera más fácil. Como no, la organización había previsto que la etapa nocturna coincidiera con la luna llena de tal forma que muchas veces no hacía falta ni el frontal para distinguir el camino a seguir. Un laser de color verde en el cielo marcaba la situación del siguiente control y siguiendo las marcas de unas varillas luminosas llegamos sin más percances hasta el cuarto control donde volvimos a comer algo y a reponer fuerzas para continuar.
Otros 10 km. hasta el último control. Algunos corredores optaban por parar a dormir un rato y continuar más tarde, nosotros seguimos a buen ritmo, de hecho no paramos de adelantar corredores durante los últimos kilómetros. Los frontales se veían a lo lejos mi espaciados entre ellos, también vimos una bengala de algún corredor en problemas. Llegamos al último control a tan solo 4 km. de meta, íbamos a llegar. Unas dunas más, un poco de orientación nocturna con la brújula y a lo lejos vimos las luces de la llegada. ¡Qué imagen más gratificante!, en medio de la noche las luces de la pancarta de llegada. Tras unas 13 horas de carrera cruzamos la meta juntos, Paco y yo, entre los aplausos de los organizadores que en ningún momento dejaban de animar a todos los corredores que llegaban en un goteo constante.
Habíamos ganado muchos puntos para poder terminar la Maratón des Sables, pues ahora nos esperaban mas de 24 horas de descanso ya que llegamos sobre las 12 de la noche y teníamos todo un día de descanso. Esa noche solo comimos un poco y nos acostamos. Habíamos llegado bastante bien comparado con los días anteriores, la noche había sido crucial para llegar en buen estado pues lo peor de esta carrera es el sol, … el sol y las ampollas.


Día 13 de abril del 2006. Día de descanso.

El día de descanso fue un alivio infinito para nuestros magullados pies. Durante todo el día no hicimos nada más que descansar y secar nuestras ampollas al sol. Nos levantamos por un día a la hora que nos dio la gana ya que los encargados de recoger las tiendas ese día no aparecían. Durante la mañana fueron llegando los corredores más rezagados que habían hecho noche por el camino en la etapa anterior. Llegaban muy justos de fuerzas, con caras desencajadas por el esfuerzo, pero… llegaban.
Nos dedicamos a conversar con los demás corredores, a mirar las clasificaciones, a comer y a curar las ampollas, era dramático ver como caminaba la gente por el campamento y más aún si te parabas a pensar que al día siguiente esa misma gente, tenía que correr una maratón por el desierto y que además, … ¡la iban a terminar! . Solo algunos pocos locos, los corredores más fuertes de la carrera, salían a rodar un rato para no perder ritmo de competición ¡me parecía increíble que hubiera gente con ganas de correr!. Los “mortales” como yo, hicimos el paseo más largo hasta la tienda de los emails y hasta una duna cercana para recoger arena de recuerdo.
A media tarde, después de una siesta, comenzaron a montar un escenario en medio del campamento. Por la noche estaba prevista una actuación de música clásica con una cantante de opera para amenizar un poco a los corredores. Y así fue como pasamos el día, sin hacer ningún esfuerzo, recuperando fuerzas y curando heridas, … aunque un trozo de nuestra mente no dejaba de pensar en la etapa del día siguiente: ¡42 km. más! una maratón nos separaba de poder llegar a la meta final. Todos éramos conscientes de que si superábamos este último escollo, conseguiríamos terminar la carrera ya que la última etapa, tan solo de 12 km. de dunas, la haríamos aunque fuera arrastrándonos.
Por la noche alumbrados por una luna llena increíblemente grande y luminosa, disfrutamos de la música clásica y de la voz de la cantante y nos dormimos con nuestros temores y nuestra esperanza de la etapa del día siguiente.


Día 14 de abril del 2006. Quinta etapa, 42 km. La prueba de fuego.

Todos los que en la salida nos arremolinabamos sabíamos que ese día era muy importante ya que si conseguíamos terminar la etapa lo habríamos conseguido. Había nervios por ver como respondían las piernas después de un día de descanso y por ver si las fuerzas nos alcanzarían para llegar a la ansiada línea de llegada.
La salida fue impactante, nada más salir nos encontramos con unas enormes dunas de fina arena. La gente corría como si fuera el primer día, así que corrí yo también. Al cabo de un rato bajamos un poco el ritmo y comencé a caminar siguiendo a Fidel, un español de cincuenta y tantos años que iba primero en la general de su categoría. “Es una buena rueda a seguir” pensé. Me puse detrás de él y caminando a un ritmo que casi me hacía correr, le acompañé durante 6 ó 7 km. Me encontraba estupendamente de piernas y las fuerzas me respondían. Lo malo eran las ampollas y el dolor de los hinchados pies, pero es curioso como al cabo de cinco minutos de caminar ya no te enteras del dolor, lo apartas de tu mente y te distraes con otras cosas más interesantes: el paisaje, el ritmo, la regulación de tus fuerzas, dosificación de agua, piensas en amigos, familiares, la novia, … mantienes ocupada la mente en otras cosas que no sean el dolor punzante de tus ampollas.
Como vi que mi ritmo era mayor que el de Fidel, me despegué de él y comencé a trotar y de esta forma, sin apenas enterarme, llegué al primer control en el km. 10. Cargue agua y moje mi calcetín. Hay que decir que la temperatura esa jornada fue mucho mejor que en días anteriores, no hacía ese calor tan sofocante y por lo tanto no te deshidratabas tanto. Después de tantos días, aprendes a dosificar muy bien el agua y llegas a los controles apurando tu último trago.
Del primero al segundo control corrí casi todo el camino, solo en alguna zona más pedregosa caminaba y aprovechaba para beber agua. No hacía más que adelantar corredores que habían salido delante de mi. Por fin, después de tantos días, estaba disfrutando corriendo, me sentía ligero, casi sin peso en la mochila y probablemente con cuatro o cinco kilos menos de peso en mi cuerpo.
En el segundo control apenas paré para así evitar que volviera el dolor de pies. Seguí corriendo por zonas pedregosas hasta que a lo lejos se veía la zona de dunas que nos tocaba atravesar ese día. Grandes montañas de arena que crecían conforme te acercabas a ellas. Lo pase mal atravesándolas, no por el cansancio ni el sol, sino por que la arena estaba tan caliente que los pies me ardían, tenía la misma sensación que si estuviera pisando brasas, así que al terminar las dunas donde justo estaba el tercer control, me detuve y me descalcé para que mis pies respiraran. Sabía que eso significaba que al ponerme las zapatillas de nuevo me esperaban otros cinco minutos de sufrimiento hasta que me volviera a olvidar del dolor.
Comí la última barrita que me quedaba y bebí agua caliente, me levanté y ¡a seguir!. Volví a correr casi todo el rato hasta el último control en el km. 37, iba bastante bien y estaba disfrutando. Veía tan cerca el final que cada vez corría más.
Pase el último control donde ni me detuve. Los últimos dos kilómetros eran en bajada y a lo lejos se veía el campamento, por lo que aún aceleré más. Llegando me pasó un corredor y lo dejé marchar, pero el segundo que me intentó pasar se encontró con mi orgullo de competidor y afrontamos los últimos 300 metros corriendo como locos, picado el uno con el otro, esprintando, yo en el puesto de la general: “ni me acuerdo” y él en el “vete a saber”. Dos corredores que no nos jugábamos nada más que esa satisfacción que da el medir tus fuerzas con las de un semejante y de esforzarte por lograr el simple objetivo de cruzar la meta por delante de otro que piensa y vive como tú. Tendría que decir que gané yo, por que entre primero, pero diré que ganamos los dos porque al cruzar la meta, nos fundimos en un abrazo riéndonos por lo absurdo de nuestro esprint y sin mediar palabra (ya que no se de que nacionalidad era) nos saludamos y nos despedimos. Luego cada vez que nos cruzábamos en el campamento nos sonreíamos recordando ese instante.
¡¡Prueba conseguida!!, si había pasado esa etapa ya muy pocas cosas podían ocurrir para que no llegará a la meta final. Creo que ese día no hubo ningún retirado, todo el mundo llegó más tarde o más pronto a la meta.
Esa noche, hubo risas, comentarios, chistes, … pero a la hora de dormir, cuando todo ya estaba en calma, mi pensamiento voló junto a mis seres queridos, me acordé de mi novia, de mi familia y, como no, de Arcadi, … Espero que en un futuro no muy lejano pueda estar disfrutando de esa satisfacción que da el encontrarse a las puertas de terminar la Maratón des Sables.




Día 15 de abril del 2006. Sexta etapa, 12 km. La entrada en el paraíso.

Muchos nervios y mucha ganas de iniciar la última etapa, se trataban de tan solo 12 kilómetros, siete totalmente llanos, entre piedras y fina arena y cinco más atravesando las dunas más grande de África cerca de Merzuga.
Ahí estábamos los supervivientes de esta aventura, ansiosos por comenzar pues la meta final se veía tan cerca… Muchas risas y gritos de alegría, AC-DC en los altavoces, abrazos, saludos, fotos. Me fue difícil contener las lágrimas de alegría y satisfacción.
A las nueve y media en punto, sonó el pistoletazo de salida. Fue increíble como corrimos. Fue curioso como ese día no dolían las llagas y si lo hacían todos disimulaban de maravilla, ya que muchos cubrimos los siete primeros kilómetros por debajo de los cuatro minutos el kilómetro. Parecía que el cansancio y el dolor habían desaparecido como por arte de magia. A lo lejos se veían las enormes dunas de arena que poco a poco se iban acercando, esos eran los últimos cinco kilómetros de nuestra aventura. Cuando llegamos a ellas, comenzamos a bajar el ritmo, pero aún así casi nadie caminaba. Disfruté enormemente subiendo y bajando las dunas, las subidas al trote suave y las bajadas a fondo.
Al cabo de tan solo cincuenta minutos de carrera ya vi la meta a lo lejos. No puedo describir la emoción que sentí. Baje el ritmo para llegar descansado y poder disfrutar plenamente de los últimos metros.
Saque del bolsillo un pequeño recorte de tela con el logo que Arcadi y yo habíamos creado para esta carrera. Unos minutos más y habría llegado, una última duna y a 100 metros la meta.
Entré, como no, entre lágrimas de emoción. En los pocos segundos que duraron los 50 metros de la llegada, mi mente dio un repaso fugaz de todos los momentos que me habían llevado hasta ahí, de todos los malos momentos que había pasado, y también de los buenos, los rostros de amigos y familiares aparecieron ante mi, Lucia, Arcadi, mi madre, … no se, es difícil describir los sentimientos y la enorme satisfacción personal que produce la llegada. Supongo que cada uno de nosotros tenía una historia que contar, un motivo por el que estaba ahí, un motivo que le había animado y motivado para terminar tan dura prueba. Hubo gente de todo tipo en la llegada, los que entraban con un grito de satisfacción, los que entraban llorando de dolor de pies, alguno que se arrodillaba en la llegada y lloraba mirando la foto de algún ser querido… La llegada es cúmulo de sentimientos y de emociones.

Al entrar nos colgaban la medalla por haber acabado la prueba y una bolsa con ¡comida de verdad!. Durante un rato hubo muchos abrazos, fotos y felicitaciones con todos los compañeros y apenas media hora después de la llegada ya estábamos en los autocares camino de Ouarzazate. Durante el trayecto todavía hubo tiempo para que algún corredor tuviera que recibir asistencia médica con suero y todo debido a la fatiga de los días anteriores.

Llegamos después de seis duras horas de autocar, y justo a la llegada estaba Arcadi, nos abrazamos y después de la ducha más larga y más increíble de mi vida, nos tomamos unas buenas cervezas frescas contándonos venturas y desventuras. Cenamos copiosamente y bebimos todo lo que quisimos en el restaurante del hotel y después salimos a la terraza a disfrutar de la noche. Ahí estábamos, “finishers” y “no finishers” conversando sobre todo lo vivido, cuando un enorme cometa surcó el cielo iluminándonos durante unos 15 largos segundos. Todos nos quedamos atónitos, parecía el final de un espectáculo pirotécnico en el final de una gran fiesta.
Lo que vino después solo sirvió para adornar los momentos vividos en el desierto, la entrega de premios, la comida con todos los españoles, el viaje de vuelta, … Ahora es el momento de recordar y de guardar todos esos momentos en nuestra mente, disfrutar de la vivencia y aprender de ella, y como no, de comenzar a soñar con otra aventura.
Creo que la mejor forma de terminar este diario son las palabras de nuestro compañero Albert que escribió después de terminar la prueba. Ellas reflejan muy bien el sentimiento general de La Maratón des Sables. Con ellas termino este escrito:

“Es el ultimo e.mail desde el desierto marroquí tumbado sobre una cama de civilización y tras una entrega de premios amañada, donde al cuarto se le ha penalizado para que uno de los Hansales pudiera ser tercero... Quizás la raza humana necesite de sus trapicheos para su buen funcionamento... ¡Y si no que nos lo digan a nosotros trapicheando pan con abandonados y voluntarias! No sé??, pero a veces crees que quizás no seamos justos con nosotros ni con el prójimo, pero cuando has sabido lo difícil que ha supuesto eso para ti llegar y lo ves literalmente robado por un puro interés "comercial" o no se porque, resulta triste... Pero en este último mensaje no quiero dejar ni mucho menos ese sabor rancio del ser humano, sino la otra parte extraordinaria, fantástica y maravillosa que ha sido esta experiencia. Extremadamente dura para la mente, pero intensamente maravillosa para el alma, para el roce y goce de personas que lo han sabido compartir, ayudar y apoyar en todo momento, sin importar procedencia, origen o dialecto; donde una mano es un amigo y un esfuerzo es un sentir común. Quizás en palabras suene a maquillaje, pero en la piel es un tatuaje y eso hace de esta maravillosa experiencia un recuerdo de preciosa estampa. Quizás las palabras sean trasmisoras de ideas, pensamientos y vivencias pero lamentablemente el sudor de cada poro de mi piel no se puede entender si no se ha estado dentro de él. Pero desde mi humilde vivencia os agradezco una vez más todo ese soporte, cariño y apoyo que me habéis trasmitido. Sinceramente ¡muchas, muchas, muchas gracias! Muchas veces al alejarte de tu madriguera ves de distintos tonos las flores de tu jardín y desde esa distancia y volviendo a él os digo que gracias: el valor de las cosas no está en el arbitraje que el ser humano le ha otorgado, sino en la capacidad de uno para sentirse, y ser libre en su vida, y quizás tengamos que volver a veces a nuestro origen para recordar que sólo somos aquella bomba que inspira y espira aire para vivir y que alcanzar una mano a un compañero, amigo o desconocido no es más que nuestra esencia de vivir con nosotros y nuestros vecinos. El desierto no ha sido ninguna noche estrellada, ni ninguna puesta de sol aterciopelada, pero sí ha sido ese compañero silencioso que espera en silencio, como psicólogo junto al diván, que su silencio sean tus palabras y las experiencias tus guías y así alcanzar algún camino... ni bueno, ni malo, sólo un camino. Así es el desierto: ese compañero que siempre os aguardará. Desde un pueblo que no sé ni cómo se llama, -pero eso no es importante: los datos y las citas siempre se pueden buscar, las experiencias no las podemos dejar escapar- una vez más gracias, muchas gracias. Este desierto me ha hecho sufrir y vivir y en él siempre habrá una gota de mi sudor y un suspiro de mi vivencia... ¿Quien sabe si volveré? Preguntádselo a las estrellas... Hasta siempre compañeros. Albert”

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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